Por: @danigarciag

Harold Ortiz Sandoval es un caleño asentado en Medellín desde hace aproximadamente diez años, observa en la ciudad tres elementos que, según él, hacen que algo crezca y germine con fortaleza: entusiasmo, optimismo y colaboración.

Llega a Medellín después de pasar un tiempo estudiando en Nueva York y tenía claro que quería seguir un camino de vida dentro de las artes. Lleno de energía y nuevas ideas se encontró con una ciudad donde todavía había muy pocos espacios para la exhibición de proyectos independientes y no convencionales. Fue ahí cuando decidió buscar él mismo un espacio donde reflexionar sobre algunos temas y caminando por la ciudad descubrió los talleres del antiguo Ferrocarril de Antioquia.

Este sería el inicio de TIMEBAG, un proyecto que hoy crece y acerca más el arte y la cultura a la sociedad. Cuando se le pregunta por su experiencia en el Ferrocarril de Antioquia habla de un espacio suspendido en el tiempo, un proyecto de residencia artística, donde durante ocho meses se encontró con un espacio con el cual empezó a conversar, investigar y dio comienzo a su obra que tenía como pilar fundamental el uso reducido de sus herramientas de creación, lo que le permitió ser parte del espacio, hablar en sus propias condiciones y trabajar con los materiales que éste le entregaba.

Desde entonces empezó a realizar piezas, textos y dibujos en un espacio donde se sentía la fuerza del olvido y el silbar del viento. Cuando habla del nacimiento del proyecto cuenta que tenía la necesidad de aislarse y de sentir que si quería dedicar su vida al arte tenía que ser desde un sentimiento honesto, un actuar de tiempo completo y definitivo.

Hoy TIMEBAG se ha convertido en un grupo de personas apasionadas por integrar fenómenos culturales y artísticos que comprendieron que la creación de TIMEBAG Ferrocarril fue mucho más que una obra, fue la posibilidad de constituir y crear nuevos espacios de diálogo.

Actualmente trabajan de la mano con proyectos como Medellín Design Week y la Feria de Diseño. Después de más exhibiciones como TIMEBAG 24, TIMEBAG Hospital y unas en construcción, siguen con el mismo norte: acercar dinámicas de arte al público en general.

 

Además de su pasión por las artes plásticas

siempre ha sentido esa conexión que éstas tienen con el mundo de la moda, para él no hay una línea divisoria que diga dónde empieza una y termina la otra.

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Particularmente, siente que la moda es la forma que tiene el hombre de manejar sus identidades y su narrativa estética tiene mucha fuerza y es muy valiosa, sin embargo, considera que al estar en el escenario comercial, se diluye el proceso creativo.

Cuando Inexmoda lo invita a realizar una instalación para la entrada de Colombiamoda 2014, empieza la conexión de Harold con este mundo, vínculo que ha querido seguir alimentando. Un ejemplo de ello es un proyecto reciente llamado Superstición, cuyo resultado fue un fashion film y que detrás tiene el trabajo de artistas y diseñadores como Barajas Marín, diseñador de joyas y Andrea Landa, diseñadora de modas.

El proyecto nació de una conversación entre Harold y Barajas donde decidieron crear una excusa de diálogo para que estas formas de expresión se encontraran. La pieza inicial fue una obra de Harold de unas mariposas oxidándose en una lámina de acero, inspirada en un cuento corto de Chian Tzu. A partir de ahí y continuando con el tema conceptual de la obra de Harold inicia un proceso de creación conjunta, donde Barajas Marín crea un anillo en bronce en forma de mariposa y donde los otros participantes tenían absoluta libertad de creación. El proyecto termina en el fashion film que hoy está en portales de moda y es, como menciona el artista, un pequeño ejemplo de lo que puede pasar si siguen dialogando estas dos formas de expresión.

A Harold le encantaría seguir tejiendo lazos entre el arte y la moda, dice que hay todo un universo por explorar, lleno de materiales, talentos y equipos donde se pueden unir puntos y romper fronteras.

Al momento de preguntarle qué quiere entregar al mundo con su arte, niega la idea heroica de dejar una pieza maestra y se describe a sí mismo como un ciudadano al servicio de las artes. Para él desde todos los oficios se crean escenarios de opinión y reflexión, el arquitecto con sus edificios, el médico con su ciencia y el artista con su arte. No cree estar construyendo piezas extraordinarias que inspiren a todo el mundo. Ve el arte como una herramienta de pensamiento crítico disponible al público para crecer en sociedad.

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Es un ser humano que escucha todo tipo de música, que le gusta el cine independiente, que lee varios libros al mismo tiempo sobre arte, física, tecnología, ciencia, entre otros, que lo hace vibrar el color naranja, que confía en la buena voluntad del hombre y que no cree en lo imposible.

Lo que más le apasiona es estar en esa constante búsqueda de crear, colisionar e integrar espacios que hagan que los diálogos entre diversas formas de expresión terminen convirtiéndose en laboratorios de creación al servicio de una sociedad cada vez más sensible a la cultura.